Motivación y atención para vivir tus propósitos

La planificación y la motivación
Hay varios factores motivacionales que ya he mencionado en los artículos anteriores: Cómo alcanzar los objetivos que te propones y Cinco claves para hacer realidad tu planificación. Y dada la relación entre las cinco dimensiones de la inteligencia instrumental, esto no ha de extrañar. Recopilando algunos de ellos y sabiendo que cuanto más motivados estamos, más fácil será alcanzar nuestros objetivos de la planificación, podemos decir que tendremos un nivel mayor de motivación si en la planificación se recogen los factores para la motivación que señalo a continuación.
Factores para la motivación
- La realización de una buena formulación de objetivos, la plasmación del sueñoo la meta que perseguimos, y el detalle de los mediosde los que nos vamos a servir para hacerlo realidad. Con otras palabras: saber lo que queremos y cómo vamos a alcanzar lo que queremos.
- La definición de los objetivos a corto plazo, que harán posible que vayamos teniendo experiencias de logro diarias o semanales.
- Una planificación acorde con el proyecto de vida personal. Se trata de cuidar la congruenciaentre lo que hacemos, lo que pensamos y lo que somos. Si nuestros objetivos no están alineados con otras cosas que hacemos, si no están alineados con nuestra mentalidad (nuestra forma de entender e interpretar la vida, las personas, el mundo…), si no están alineados con nuestra identidad, con quienes somos (de donde brota la gran “pasión vocacional” personal), será difícil que encontremos sentido a tales objetivos, y ello mermará motivación. De esta forma, la energía que pongamos en el esfuerzo será poca o estará diseminada, y no nos esforzaremos lo suficiente.
- El cuidado de un lenguaje optimista. La queja y la negatividad nos van hundiendo poco a poco y cada vez más en el agujero emocional que podría llenarnos de desinterés y desilusión, de ansiedad, estrés e incluso depresión. Y desde dentro del agujero sólo se ve oscuridad y se perciben los problemas. Mantenernos en el optimismo nos permite ver el agujero desde la superficie y, con ello, los problemas. No se trata de caer en una perspectiva irreal, sino de ver también el horizonte entero y el camino a recorrer, en el que están las soluciones. La persona optimista ve las dificultades, y también las opciones para superarlas. En este sentido es importante rodearse de personas optimistas, emprendedoras, con ilusión, personas que aporten y que no desgasten y consuman la energía de los demás.
- La gestión de las emociones para no caer en el cortoplacismo, en la inmediatez, y para recuperarnos de las dificultades, las caídas y los contratiempos. Entrenar la resiliencia, es decir, la capacidad para recuperarnos de las emociones que nos atrapan y volver al equilibrio emocional, nos mantendrá en el rumbo adecuado. Se trata de salir del “secuestro emocional” en el que muchas veces nos vemos encerrados.
Y podemos indicar algunos factores de motivación más:
- El entrenamiento de la atención, que constituye en sí mismo la quinta dimensión de la inteligencia instrumental.
- El ejercicio físico. Resulta fundamental en vidas sedentarias, pero no sólo en estos casos. Es una gran ayuda para soltar toxinas, liberar energía y generar oxitocina, la hormona responsable de la felicidad y la alegría.
- El cuidado de una alimentación sana. Las investigaciones lo muestran con claridad: el estado de ánimo también depende de lo que comemos. Si siempre es importante una alimentación sana y equilibrada, cuando estamos estresados, cuando estamos en momentos de cambio, o cuando estamos en procesos de consecución de objetivos, por ejemplo, muchas veces la química de nuestro metabolismo se hace más ácida, y necesitamos ingerir alimentos alcalinos que contrarresten.
- Y también puede entrar dentro del cuidado de la alimentación la atención a los mensajes de los que nos “nutrimos” cada día a través de Internet, de la televisión, de las lecturas, de la música, de las personas que nos rodean… No todos los mensajes que recibimos a diario nos nutren. Puede formar parte de nuestra planificación la elección de lo que queremos escuchar, leer o prestar atención.
- Practicar la Neuromeditación. Este método de meditación nos ayuda, entre otras cosas, a salir del secuestro emocional, del “ruming” mental, a entrenar la atención y a generar serotonina, que es un neurotransmisor responsable de la serenidad, la paz, la tranquilidad… La serenidad y el equilibrio emocional que con ello se consigue nos ayuda a mantener el foco en la meta, la mirada en el horizonte, la ilusión en el largo plazo. El mantenimiento del foco en el largo plazo nos da un plus de motivación para enfrentarnos a las dificultades del corto plazo, del día a día, de la tentación de “lo que me apetece” y del cortoplacismo.
- La consecución de recursos para la vida. Lo económico no es lo único que nos motiva, pero, sin duda, la obtención de recursos económicos resulta imprescindible. Y junto a un mínimo de nivel económico, la autorrealización personal, en sus múltiples variantes, también es imprescindible.
Seguro que se pueden señalar más factores de motivación; aun así, los señalados dejan en evidencia que la motivación puede ser de varios tipos: física, psíquica (mental y emocional), espiritual, cultural y económica.
La planificación y la atención
Puede parecer obvio decir que la consecución de los objetivos recogidos en nuestra planificación depende de la capacidad de darnos cuenta de lo que hacemos, de lo que pensamos y de lo que decimos. Y si hacemos una encuesta, la mayor parte de las personas dirían que “¡claro, cómo no me voy a dar cuenta de lo que hago, pienso o digo!”. Sin embargo, los hechos muestran que vamos por la vida sin darnos cuenta…
Mi experiencia profesional es que la mayoría de las personas que acompaño en el Entrenamiento del Bienestar Personal o en los cursos de Neuromeditación, acaban por darse cuenta de que “no se dan cuenta” habitualmente de muchas cosas importantes de lo que hacen, piensan o dicen, y creían que sí. Algo muy frecuente es no darse cuenta de que pasamos mucho tiempo al día “rumiando” ideas, dando vueltas a experiencias, temiendo situaciones futuras, que no nos ayudan, sino que nos meten en el agujero negro del estrés, la ansiedad o el agobio, y de estados depresivos (o incluso en la depresión).
El entrenamiento de la atención
El entrenamiento de la atención nos ayuda a ser más conscientes de nuestras vidas, de quiénes estamos siendo, de nuestra forma de estar en el mundo. Y esto, además de hacernos más responsables de nuestras propias vidas, nos permite identificar limitaciones en nuestros patrones de conducta o de pensamiento y obstáculos o dificultades de nuestro entorno. Sin atención puede decaer el orden, se dificulta la constancia y se hace muy difícil el ejercicio de la voluntad, y será prácticamente imposible gestionar el nivel de motivación.
El entrenamiento de la atención es la práctica de la observación en todos los ámbitos de la vida. No obstante, por mucha atención que seamos capaces de poner y por mucha consciencia que generemos, la memoria es limitada. Por eso necesitamos anotar; no podemos acordarnos de todo. Observar, escuchar y tomar nota nos ayuda. Tomar nota es poner orden en nuestras ideas…
Decálogo para vivir tus propósitos
Como conclusión a los tres artículos en los que he desarrollado los contenidos de la Inteligencia instrumental, cuyos elementos constituyen las cinco claves para planificar y conseguir nuestros objetivos (orden, constancia, voluntad, motivación y atención), termino con este decálogo para que pueda servir de hoja de ruta.
1. Pon por escrito tu sueño y cómo lo vas a conseguir. Identifica bien qué es lo que quieres conseguir, tu “sueño”, tu meta a largo plazo. Y ten en cuenta que es tan importante saber “qué” vas a hacer como establecer los medios, es decir, saber “cómo” lo vas a hacer, de qué manera vas a lograr tus objetivos. Es imprescindible una buena proporción ente objetivos e instrumentos.
2. Congruencia entre tu proyecto y los objetivos. Cuando elabores tu planificación, asegúrate de que es congruente y se ajusta a tu proyecto de vida personal. Esto implica que con anterioridad te has detenido a elaborar este proyecto personal, y que te ocupas de ello con cierta frecuencia, pues la educación de la personalidad no se termina nunca.
3. Dentro de tu planificación plantéate objetivos a corto plazo, que impliquen que todas las semanas tengas que llevar a la acción algo que puedas medir, es decir, saber cómo te ha ido en ese empeño. Los pequeños logros te darán satisfacción, que supondrá una motivación para el camino. Cualquier aprendizaje y cualquier logro se adquieren más fácilmente con motivación.
4. Aprende a decirte “no”. Dite “no” todos los días a algo que te apetece y que no tenga mucha importancia sólo para entrenar tu voluntad. La voluntad necesita aprendizajes graduales para alcanzar cierto nivel.
5. Haz una lista de las posibles recompensas que lograrás a medida que se vayan cumpliendo los objetivos a corto plazo y a medio plazo trazados.
6. Anticípate a las dificultades. Trata de conocer los posibles obstáculos con los que te encontrarás: personas, situaciones, tiempo, etc. Lejos de caer en el pesimismo y la desesperanza, se trata de generar un sistema de protección frente a los contratiempos que puedan surgir.
7. Construye un puente al futuro. Imagina y toma notas por escrito sobre las sensaciones y las emociones que tendrás tras haber conseguido la meta a lago plazo trazada en la planificación, es decir, una vez que tu “sueño” se haya hecho realidad…
8. Practica la Neuromeditación. Con ello, entre otras cosas, conseguirás liberarte del “secuestro emocional” y de la esclavitud de los deseos, y a la vez entrenar la atención para mantener la mente enfocada en los objetivos de la planificación.
9. Cambia tu lenguaje. Escucha tus palabras y tus pensamientos a lo largo del día e identifica la cantidad de pensamientos negativos y de quejas que te lanzas o que trasladas a los demás en cada momento, a lo largo de tu jornada. Si encuentras que predomina el pesimismo y la queja, esfuérzate por cambiar tu lenguaje: expresa lo positivo, valórate y valora a los demás expresando reconocimiento, y da las gracias por todo lo bueno que cada día la vida te ofrece, y también a las personas que te lo facilitan. Aprende a disfrutar y arriésgate: huye del “no puedo”, “no se puede”, o no soy capaz… Recuerda que “un viaje de mil kilómetros comienza con el primer paso”.
10. Establece herramientas para el feedback. De vez en cuando párate para valorar el proceso y los resultados que has ido logrando. Puedes preguntarte: ¿cómo sabrás que te estás acercando o alejando de tu meta?; ¿qué estarás viendo, escuchando, sintiendo…?; ¿cómo sabrán otros que te estás acercando o alejando de tu propósito?
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