Cómo aprender a meditar

La semana pasada, en una formación que impartí en una empresa, tras haber compartido con todos ellos el tiempo que yo dedicaba a meditar cada día, me preguntaba una chica qué es lo que había que hacer para conseguir meditar todo ese tiempo. Y mi respuesta fue muy sencilla, a la vez que compleja: para meditar únicamente se necesita practicar; y practicar cada día, si es posible… Claro, la complejidad procede de cómo hacerlo. Y de ahí la necesidad de aprender a meditar y de compartir algunas palabras sobre todo ello.
El entrenamiento
Poder entrenar implica haber aprendido previamente lo que se tiene que practicar. Es decir, la práctica de la meditación supone aprender a meditar. Es muy normal pensar que aprender a meditar se refiere a un método y, cómo no, así es. Sin embargo, no es lo único ni es suficiente.
Entrenar la meditación, además del método para meditar que utilicemos, va a requerir varias cosas que, por un lado son evidentes pero que, por otro, no siempre son fáciles de incorporar a nuestra práctica.
Horario y lugar
Son muchas las personas que tienen la intención de incorporar la práctica de la meditación en su vida, y también son multitud las que obvian la importancia de determinar a qué hora cada día lo van a hacer y dónde, en qué lugar van a practicar. Cada jornada tiene su propio afán, y es común la experiencia de que no nos llegan las horas del día para todo lo que tenemos y queremos hacer. Si aun poniéndolo en nuestra agenda, no nos da tiempo a hacer todo ello, ¡imagina lo que ocurre con lo que, por mucho que quieras hacerlo, ni siquiera tiene un tiempo reservado en tu agenda de cada día!
Aprender a meditar comienza por determinar la hora y el lugar en que vas a entrenar. A partir de aquí, podremos considerar otras cuestiones.
Acompañamiento
Al entrar en el detalle de las cuestiones básicas que acompañan a aprender a meditar, nos damos cuenta de que estamos comentando varias cosas antes de adentrarnos en la idoneidad del método. La forma y el camino que escojas para meditar son muy importantes. Pero insisto: si no consideras las cuestiones prácticas relacionadas con el entrenamiento, dará igual el método, porque es posible que no llegues a practicar mucho o que acabes por no practicar en absoluto.
Cuando inicies tu entrenamiento, casi con toda seguridad, aflorarán aspectos de tus vivencias que puede que lo dificulten. Son aspectos como creencias o convicciones, heredadas de tu familia, aprendidas por ti, elaboradas desde tus conocimientos, etc. Algunos ejemplos pueden ser: “Meditar es una tontería”, o “No vale para nada”, que pueden ser cosas que, con esas u otras palabras hayas aprendido en tu casa.
Recuerdo cómo una chica, en un curso de meditación, compartía después de varias sesiones, cuando estábamos tratando de afrontar las dificultades que aparecían, que había descubierto que, por mucho que se lo proponía, no meditaba porque en su interior sentía que estaba traicionando a su madre. En este caso, yo pude acoger su vivencia y trabajar la “reconciliación interior” que venía bien. A partir de ahí, pudo comenzar a entrenar y practicar la meditación.
Junto al horario y el lugar, entonces, es importante contar con una persona que, no sólo haya recorrido al menos parte del camino que se inicia, sino que, además, cuente con herramientas de desarrollo personal y de guía y liderazgo para poder afrontar tales dificultades. Las habilidades de Coaching y las técnicas de PNL (Programación Neurolingüística) resultan de lo más aconsejable para formarse y prepararse como acompañante de los procesos de meditación.
Acompañante virtual
Para contar con un acompañante no es imprescindible estar participando en algún tipo de curso, retiro o proceso presencial. Aunque esto viene muy bien alguna vez a lo largo del año, la tecnología hoy en día no ha abierto puertas muy útiles. En nuestro caso, a través de Pocket Gym, nuestra web para el móvil que pone en tu mano herramientas de rendimiento y bienestar, puedes contar con asesores y acompañantes de tu camino de meditación con quienes podrás encontrarte virtualmente según tus necesidades vivenciales y tecnológicas. La única razón para no contar con nosotros es que no quieras. Pero, ¿y si te vinera bien y fuese, precisamente, lo que necesitas?
Los mensajes
Aprender a meditar tiene que ver igualmente con los mensajes de que nos nutrimos. Cada vez somos más conscientes de la importancia de la buena alimentación, de llevar una dieta adecuada y equilibrada. Y ponemos cuidado en lo que compramos, en lo que hay en nuestros frigoríficos, en lo que tomamos fuera de casa. Aunque siempre hay momentos para todo, claro está. Somos cada vez más conscientes de la importancia de poner atención en lo que nos nutre y en lo que no nos nutre.
Sin embargo, y debido a la cantidad de fuentes de mensajes que la sociedad actual ha generado, todavía no nos damos demasiada cuenta (a pesar de que esto no es nada nuevo) de la calidad de los mensajes que consumimos. La información, los datos, las imágenes, las historias, los comentarios que nos vienen por doquier (informativos, mails, Redes Sociales, mensajes del móvil, películas, series, tertulias, prensa social, deportiva, rosa, libros, amigos, familiares, personas de nuestro entorno cotidiano, etc.) forman parte de la dieta que consumismos todos los días. No son alimentos como tal, pero forman parte de esa dieta que nos nutre o que nos debilita por ser nociva.
Aprender a meditar, por tanto, tiene que ver en parte con el cuidado que ponemos ante el bombardeo de mensajes e información, por cantidad y por calidad. Cuanto más dispersa esté nuestra mente a causa del continuo bombardeo, más difícil resultará meditar. Y cuanto más nocivos sean los mensajes que “tragamos” a lo largo del día, en peor estado nos encontraremos para practicar la meditación. Aunque, sin duda, a la vez meditamos para sanarnos, precisamente, de todo ello…
La preparación remota e inmediata
La preparación remota
Aprender a meditar, por consiguiente, está relacionado con el horario, el lugar, el acompañamiento y los mensajes que recibimos. Y otros aspectos como la preparación del lugar o la utilización de algún tipo de alarma que nos ayude para no distraernos con el reloj. Y a todos estos aspectos podemos reunirlos bajo la denominación de preparación remota.
La preparación inmediata
Junto a la preparación remota podemos considerar la preparación inmediata. A ella nos referimos cuando hablamos de la postura del cuerpo. Podemos prepararnos para la meditación llevando nuestra atención al cuerpo, a la postura en la que vamos a meditar. La postura es importante porque favorecerá o dificultará el flujo energético que se activará con las técnicas que emplearemos. Convendrá que la postura que elijamos permita mantener la espalda erguida para favorecer el flujo de energía. Será fundamental también servirnos de una postura que nos permita estar físicamente quietos durante todo el tiempo que estemos meditando.
Además de la postura del cuerpo, podemos prepararnos para meditar con algún tipo de práctica de estiramiento (desde algún sencillo ejercicio concreto hasta el Yoga), o de relajación, o de respiración. Así, aprender a meditar incluye otras técnicas relacionadas que ayudan aunque, estrictamente, no forman parte de la meditación. Son, por decirlo con otras palabras, medios para meditar, pero no la meditación en sí misma.
El método para aprender a meditar
Después de todo lo expuesto, no queda más que referirnos al método. “Método” significa “camino”. Entonces, aprender a meditar está estrechamente vinculado al camino que decidamos escoger. Y conviene señalar que no todo lo que llamamos meditación lo es formalmente. Por poner un ejemplo sencillo: relajarse no es meditar. Cierto es que cuando meditamos nos relajamos; pero no toda práctica de relajación es una práctica de meditación. Y un ejemplo concreto es el de la práctica de la respiración. Cuando tratamos de relajarnos con algún tipo de práctica de respiración estamos haciendo algo muy beneficioso. Y se parece a la meditación. Pero aunque estemos 10 o 15 minutos practicando algún tipo de respiración, no habremos hecho más que eso: respirar. Y no habremos meditado.
Y podemos añadir que, en algunos métodos de meditación la respiración está incorporada en el mismo método, y es meditación porque vamos más allá. Si nos detuviéramos en la respiración, sin más, yo diría que sería una práctica aconsejable, deseable, muy beneficiosa, pero que no sería meditación. Sólo es relajación. Y ocurre que vamos tan ajetreados, incluso estresados por la vida que, cualquier pequeña práctica de relajación nos parece algo enorme… En Pocket Gym podrás encontrar diversas herramientas de respiración, como la Respiración básica, la Respiración talámica, la Respiración Alfa, la Respiración armónica o la Respiración secuencial, que es la que se incorpora en el método de la Neuromeditación en 5 pasos.
La Neuromeditación en 5 pasos
Como vengo diciendo, aprender a meditar implica contar con un método para hacerlo. Hay varios tipos de meditación. De forma resumida, se pueden agrupar los métodos de meditación en meditación analítica y meditación de concentración. Los primeros se refieren a formas de atención que implican análisis, especulación o reflexión. Los segundos utilizan formas de atención que buscan la quietud mental y el silencio interno, lo que hace imposible el análisis, la especulación o la reflexión.
Entre los métodos de concentración podemos encontrar los más tradicionales, que proponen fijar la atención en algún objeto o imagen externo o interno, sin más ayuda ni apoyo; y otros más modernos, como la Neuromeditación en 5 pasos, que se sirven de la neurociencia y los conocimientos neurobiológicos actuales para enriquecer las prácticas tradicionales, haciéndolas más fáciles y eficientes.
Aprender a meditar con la Neuromeditación en 5 pasos
La dificultad de métodos tradicionales es que resulta muy difícil para las personas inmersas en el ajetreo diario alcanzar la quietud mental y sus beneficios. A esto se añade la falta de tiempo, lo que aumenta la dificultad que acabo de señalar, porque requieren bastante tiempo para quien parte de un estado de estrés.
En cambio, la ventaja de los métodos modernos basados en la ciencia de la neurobiología, es que aplican el conocimiento del funcionamiento del cerebro a las prácticas de meditación. Hoy en día, sólo quien no esté versado en las prácticas de meditación puede asegurar que el camino espiritual y las dinámicas de cerebro son cuestiones independientes. Lo cierto es que la vivencia del camino espiritual afecta a las dinámicas neurobiológicas, y que la gestión de los dinamismos del cerebro y de todo nuestro organismo afecta a la vivencia del camino espiritual.
Mi propuesta consiste, entonces, no en una mera práctica de atención abandonada a la suerte de quien practica, sino en la práctica de 5 pasos que son acompañados a través de una audio-guía. Aprender a meditar consiste en practicar con esta audio-guía y familiarizarse con esos 5 pasos. El objetivo final del aprendizaje, además de profundizar en la experiencia y avanzar en el camino espiritual, es dominar los 5 pasos para poder realizarlos cada vez que se medite por uno/a mismo/a. Ello favorece, por añadidura, la gestión del estrés, la gestión de los estados físico, mental y emocional, y la gestión de los hábitos y de los rasgos neurobiológicos del carácter. En Pocket Gym se pueden encontrar varias audio-guías para practicar la Neuromeditacion conforme al nivel de entrenamiento y vivencia de quien practica. Aprender a meditar no tiene por qué ser difícil ni es algo que responde a otro tiempo. Aprender a meditar puede ser fácil y es tan actual que cada vez es más recomendado en ámbitos laborables, médicos, espirituales y familiares. ¿Y tú, en qué parte del camino estás….?
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